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Máximo García Freire

LEGADO

(Elegía y Jisei)

A Mabel Martínez, in memoriam

No es consuelo el esplendor 
celeste, ámbar que confina
 la amada existencia entera.

Ni la selva turquesa, 
–esbozada levemente
en la bruma cenicienta– 
joya viva, que alienta
en la memoria.

Resume apenas la belleza
el tesoro de los años transcurridos, 
tibios aún en la huella obstinada 
de la almohada.

Una delgada línea gloriosa,
angulosamente atormentada,
talló –vigorosa, franca, apasionada–
el retrato de tus días.
Te estalla al cabo en los labios,
furioso destello,
como un relámpago supremo,
y en sus llamas, fuegos de un incendio eterno, 
Amor, se consume el bosque de la vida.

No es consuelo, pero
desde la luz recién alumbrada
en los recodos del río menguante,
hay una senda dibujada
con portentosa mano,
la mano afanosa que nos legas,
la imperecedera mano
que compartió toda una vida.
Un trazo inexorable que nos lleva
hasta el postrer abrazo
–llama de amor que no ha de extinguirse– 
en que hoy nos fundimos tantos,
asomados sin miedo al abismo
dócilmente adormecido.

*********

Caen las hojas 
Vuelan los estorninos 
Camino al Sur.

Caen las hojas
Hacia un lugar más cálido 
Vuelan las almas.

NO SERÁN CENIZA…(Segunda elegía y dos canciones)

… y aunque sea ceniza lo proclamo…

Tiene lo desolado un nombre
Escrito en hojas de siglos y barro
Tiene el planeta por siempre registrado
Lo vivo en un libro de piedra casi eterno 
Una forma espiral que trasciende al hombre
Luz de la conciencia alumbrando el yermo Aunque solo no estoy solo lo proclamo: Cuando en la sombra me deshago
No soy ceniza sino polvo enamorado.

SOLEÁ DEL ARTISTA VIUDO

A P. Vivo: en la amistad late un solo corazón

Tomar, pues, el pincel, la pluma,
la cámara, el martillo acaso,
que el tiempo pasa y es tan escaso
y tan honda la tristeza que abruma. 
A fundir las armas del desconsuelo, 
con las joyas del recuerdo, 
(abalorios de amor huérfano
en la forja doliente del duelo) 
comencemos... Con lo postrero... 
Que lo último sea lo primero.

SEGUIRIYA MONÓTONA

Solo siendo recuerdo, vivo.
No puedo acatar el olvido.
Que si (¡ay de mí!) el recordar descuido, 
Moriría yo, y tú conmigo.


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