Máximo García Freire
LEGADO
(Elegía y Jisei)
A Mabel Martínez, in memoriam
No es consuelo el esplendor celeste, ámbar que confina la amada existencia entera. Ni la selva turquesa, –esbozada levemente en la bruma cenicienta– joya viva, que alienta en la memoria. Resume apenas la belleza el tesoro de los años transcurridos, tibios aún en la huella obstinada de la almohada. Una delgada línea gloriosa, angulosamente atormentada, talló –vigorosa, franca, apasionada– el retrato de tus días. Te estalla al cabo en los labios, furioso destello, como un relámpago supremo, y en sus llamas, fuegos de un incendio eterno, Amor, se consume el bosque de la vida. No es consuelo, pero desde la luz recién alumbrada en los recodos del río menguante, hay una senda dibujada con portentosa mano, la mano afanosa que nos legas, la imperecedera mano que compartió toda una vida. Un trazo inexorable que nos lleva hasta el postrer abrazo –llama de amor que no ha de extinguirse– en que hoy nos fundimos tantos, asomados sin miedo al abismo dócilmente adormecido.
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Caen las hojas Vuelan los estorninos Camino al Sur. Caen las hojas Hacia un lugar más cálido Vuelan las almas.

NO SERÁN CENIZA…(Segunda elegía y dos canciones)
… y aunque sea ceniza lo proclamo…
Tiene lo desolado un nombre Escrito en hojas de siglos y barro Tiene el planeta por siempre registrado Lo vivo en un libro de piedra casi eterno Una forma espiral que trasciende al hombre Luz de la conciencia alumbrando el yermo Aunque solo no estoy solo lo proclamo: Cuando en la sombra me deshago No soy ceniza sino polvo enamorado.
SOLEÁ DEL ARTISTA VIUDO
A P. Vivo: en la amistad late un solo corazón
Tomar, pues, el pincel, la pluma, la cámara, el martillo acaso, que el tiempo pasa y es tan escaso y tan honda la tristeza que abruma. A fundir las armas del desconsuelo, con las joyas del recuerdo, (abalorios de amor huérfano en la forja doliente del duelo) comencemos... Con lo postrero... Que lo último sea lo primero.
SEGUIRIYA MONÓTONA
Solo siendo recuerdo, vivo. No puedo acatar el olvido. Que si (¡ay de mí!) el recordar descuido, Moriría yo, y tú conmigo.