Blanca en su ECO
2008 – 2009
Este proyecto fue realizado a partir de los Talleres Internacionales de Paisaje de Blanca (Murcia) dirigidos por Concha Jerez (2009) y José Iges (2010).
Está compuesto por cuatro piezas

Conceptualización del proyecto
En los diversos recorridos por el término de la villa de Blanca, que he realizado en los últimos años, siempre he reparado en la contaminación a la que está sometida, tanto ambiental, acústica como visual.
Sonidos naturales y artificiales entonan por el valle cadencias de vida; las diversas naturalezas -vegetal, animal, humana y artificial- se entremezclan de tal modo que todo está en cualquier parte. Se han borrado los límites de los ecosistemas, de manera que es muy difícil escuchar sin interferencias los sonidos propios de un lugar, ver la fauna de cada nicho ecológico o contemplar la vegetación característica de cada zona donde no haya una perturbación, un ruido discordante, un plástico enredado en una planta, una lata de bebida tirada por tierra.
Del mismo modo que en los espacios naturales, en las construcciones urbanas se superponen materiales de diferentes momentos históricos; los barrios de la población son resultado de heterogéneas formas de construcción, de arquitecturas que mezclan estilos. Lo mismo podemos decir del paisaje humano en donde conviven diferentes etnias y culturas: española, gitana, sudamericana y árabe.

Tras la observación metódica del paisaje natural, arquitectónico y humano, especulé sobre qué conceptos podrían definir mi exploración, llegando a la conclusión de que términos como: perturbación, desplazamiento, interferencia, descontextualización, disonancia, contaminación y fragmento, podrían guiarme en la realización de mi proyecto. Intuí la comarca como un receptáculo donde los elementos mencionados se unifican en la palabra “Eco”, que identifico como símbolo de la situación.
Así comenzó mi interés y reflexión sobre el eco, concepto que amalgama mis impresiones y responde a un efecto real que se produce en la zona, sensación que no sólo se experimenta en su dimensión acústica sino también en su expresión visual y medioambiental.

1. ECO-Baldomera. Instalación (2009)
En la huerta de Murcia una baldomera es el embozo o taponamiento que se produce en el río, en las acequias o en los canales de riego por acumulación de cañas, palos, troncos, plásticos (botellas, sacos, embalajes…) ropa, o cualquier otro objeto que impida fluir el agua.
Los huertanos vigilan atentamente para que estas acumulaciones no se produzcan, ya que el taponamiento del agua, sobre todo en las acequias mayores, entrañaría gran peligro y puede hacer que se desborden, originándose inundaciones en los bancales más bajos.

La instalación “ECO-baldomera en Blanca” se realizó en el Centro Cultural de la ciudad. En ella convierto el fenómeno baldomera en metáfora visual y sonora que expresa la acumulación y mezcla de los conceptos sintetizados por la palabra “eco” y que, para mí, constituyen en ese momento la idiosincrasia de los paisajes de Blanca.

Para su construcción recogí todo tipo de elementos propios de tales aglomeraciones, cualquier chisme y clase de basura que encontré en el río; materiales que instalé en el hueco de la escalera de entrada al Centro Cultural.

Las razones que me hicieron considerar la escalera y no la sala de exposiciones como el lugar apropiado para la instalación, fueron, por una parte, que entendí su arquitectura como remedo del paisaje del valle donde se asienta el pueblo, de su orografía, recreando las altas paredes del cañón de río Segura; también vi la escalera en su cualidad como lugar de tránsito y movimiento en forma de continuos flujos de bajadas y subidas, del mismo modo que ocurre en el río y el valle de Blanca.

Por otra parte, las paredes que encofran la escalera y los necesarios huecos para el tránsito, igual que el cañón del río y sus paredes rocosas, son espacios de resonancia por donde martillea el eco y gime el viento, donde penetra el resplandor de la calle para bañar su umbral, así como el fulgor solar inunda los roquedales y llega a lo más recóndito del río.

Me interesó especialmente la idea de la descontextualización del objeto baldomera, porque al extraerla de su lugar natural, para ubicarla en un escenario arquitectónico, muestra al espectador la diversidad de objetos que contaminan el paisaje.

A la par, la comprensión de la escalera como “non site” (no lugar), espacio de tránsito, ponía el acento en los conceptos “interferencia” y “desplazamiento”, ya que la instalación era algo totalmente ajeno al recinto y cambiaba su función, de lugar de paso a espacio donde se muestra un evento que hace que te detengas y reflexiones. Se trataba, pues, de descontextualizar los sonidos y las imágenes, en suma, descontextualizar el paisaje, visualizando, recorriendo y escuchando esta amalgama “econtaminada”.

El proyecto incluía, en su origen, varios monitores de vídeo y altavoces distribuidos por diversos puntos del espacio de la escalera, donde se visualizarían las imágenes obtenidas en diferentes paseos por la ciudad y el entorno de Blanca, al mismo tiempo que se escucharía la composición de sonidos del paisaje sonoro “Sonido ECOntaminado en Blanca”, grabados en dichos ambientes. Las pantallas estarían unidas, en el recorrido de la escalinata, por una serie de dibujos en referencia al río que, en conjunto, imitarían una forma de onda sonora y acuática, que harían referencia al fluir del mismo. Imágenes y sonidos, se verían y escucharían en bucle durante el tiempo de la muestra.

Sin embargo, finalmente, por falta de medios, solo se utilizó un ordenador y un par de altavoces que se dispusieron bajo la acumulación de residuos de la baldomera. No obstante, a pesar de la precariedad, la instalación funcionó muy bien, levantando las expectativas deseadas.
2. Sonido ECOntaminado en Blanca. Composición sonora. 5´25´´ (2009)
(Siento que no podáis escuchar las piezas de sonido, ni ver los vídeos, espero que en poco tiempo lo podáis hacer en la página web)
El Paisaje Sonoro es el sonido que se recoge en un entorno concreto, de un lugar real determinado, siendo éste intrínsecamente local y específico a cada lugar.
Como disciplina es una materia reciente -aunque tiene más de 40 años- que se vincula a la ecología acústica y al estudio del medioambiente, mientras que como género artístico forma parte del Arte Sonoro.
Es una práctica que aún no tiene el reconocimiento debido, sin embargo, hemos de admitir que, los sonidos que se producen en un espacio determinado forjan un carácter a sus habitantes y dan un sentido de pertenencia al lugar. El entorno acústico de un área es un bien irrepetible que cambia con el tiempo y que debemos conservar.

Tras estas consideraciones he de decir que, aunque “Sonido ECOntaminado en Blanca” proviene de la grabación de un paisaje sonoro ortodoxo, dicha pieza no lo es en sí, porque está intervenida. Debe considerarse, más bien, como una composición sonora. En ella se recogen algunas de las muchas maneras de evocar las sensaciones de los paisajes a través de sus sonidos, ruidos y silencios, es decir, que maneja criterios no solo musicales, sino también poéticos, arquitectónicos, visuales, narrativos, y espaciales.
El río Segura se encañona en el Valle de Ricote haciendo de su orografía una caja de resonancia, donde todos los sonidos dialogan y rebotan, produciendo una continua respuesta o feed-back acústico. La reverberación es la propiedad sonora del pueblo de Blanca. Resulta curioso comprobar cómo, desde cualquier punto con cierta altura, se escucha la mezcla se sonidos que se produce en el fondo del valle, hasta aquellos de las zonas opuestas al punto en donde nos encontramos.

En el paisaje sonoro ECOntaminado, escuchamos al pueblo en su eco, en la repetición de sonidos, incluso en la cacofonía, donde se combinan el canto de los pájaros, el ladrido de los perros, las cigarras, las máquinas que clasifican limones, los coches, las puertas, los trabajos de albañilería, las labores del esparto, la actividad agraria, el mercado, las voces étnicas, la curiosidad de los vecinos por conocer las impresiones de los nuevos visitantes, la vida cotidiana, el patio de colegio, el canto de los niños… flujos de sonidos que se entrecruzan por las calles y en el valle, que discurre por su sistema de acequias y azarbes, penetrando en la tierra como lo hace el sistema sanguíneo en el cuerpo, constituyendo el carácter del pueblo.


Guiada por la intuición mezclé los sonidos recopilados buscando inflexiones, momentos de intensidad contrapuestos a periodos tranquilos, intentando crear un ritmo con cierta armonía, aunque de vez en cuando nos sorprenda una estridencia. Con todo, creo haber conseguido una cadencia que refleja la experiencia vivida y que al a vez muestra el espíritu del lugar.
Con este ensamblaje sonoro pretendo transmitir el imaginario de un paisaje en un entorno rural autóctono a escala humana; crear consciencia de que es un territorio digno de ser estudiado, protegido y recreado, pues nos muestra un patrimonio común intangible, una propiedad colectiva que no debe desaparecer o degradarse por efecto de la globalización.
3. Imagen ECOntaminada en Blanca. Vídeo. 5´ 25´´ (2009)




Este vídeo es también el resultado de las grabaciones en los paseos por el pueblo, visitando sus lugares más idiosincrásicos. Como en su correspondiente par sonoro, se producen fusiones, mezclas y repeticiones que remedan, en imágenes, el eco de los elementos que producen el sonido. No importa que las imágenes no se correspondan con los sonidos de los objetos que los producen. En ocasiones hubiera resultado increíble la correspondencia real, hubiera sido inverosímil que un mecanismo tal produjese sonidos tan extraños como el que escuchamos.
Por esta razón, aprovechando esa confusión, he alterado las correspondencias haciendo coincidir con los sonidos propios de la albañilería imágenes de objetos de esparto y a las imágenes de la labor del esparto con parloteos indescifrables, a los cantos de los niños con el traste de una guitarra y el contraluz de etc. con la intención de encontrar esa reverberación propiedad del pueblo de Blanca.






4.- ECO-Acequia Blanca Fluida. Composición sonora. 1´35´´ (2010)
El valor singular del patrimonio hidráulico ancestral enclavado en el Valle de Ricote, me hizo interesarme por las experiencias y vivencias de las comunidades que lo habían creado, para realizar un paisaje sonoro bajo estas señas de identidad, las relaciones del agua, la tierra y sus habitantes.



De nuevo, la toma de imágenes y registros de sonido durante las caminatas por este paisaje agrario, ya casi fósil, me permitió comprender la gran importancia de la cultura del agua, manifiesta en el articulado de vegas aterrazadas entorno al río Segura, llanos fluviales, arroyos, fuentes, azudes y un sistema de regadío basado en un entramado vascular de acequias por las que circula el agua movidas por norias, batanes y ceñas.

Acotando mi campo de trabajo en Blanca, tomé grabaciones de sonido en las que registré el rumor del agua discurriendo mansamente, comprobando cómo cambiaba según fueran las paredes de la acequia o por algún obstáculo; registré los saltos de agua o cuando se encerraba en un tubo, también el chorro del pueblo, etc. Al mismo tiempo, aprovechaba estos recorridos para entrevistar a la gente que encontraba, personas de mediana y alta edad o a algún joven, preguntándole por sus recuerdos y vivencias con respecto al agua y las acequias


La mayoría de las personas mayores reconocía como propia esa relación estrecha entre el paisaje urbano y natural unido a la vida cotidiana en torno al río y las acequias. Los recuerdos de los varones cuando eran jóvenes estaban ligados a las penurias del trabajo agrícola y los baños en el río, juegos con pelota, saltos… en las acequias. Mientras las mujeres mayores recordaban como entre los años 40 y 60 del sXX lavaban la ropa, tomaban el agua para uso doméstico y se bañaban vestidas por la noche o en las acequias que pasaban por los patios de las casas.
Pregunté por el nombre de las acequias, dónde nacían, cuál era su recorrido y me contaron que no solo discurrían por las huertas, sino que también atravesaban las calles del pueblo y que eran peligrosas, acequias que hoy cimbradas, siguen atravesándolo. Me dijeron que había varios caños para beber y que conservaban el agua en tinajas y aljibes. Hoy en día, el pueblo se extiende hasta las orillas del río, pero en el tiempo de estos mayores estaba alejado, en las faldas de la montaña, por la peligrosidad de sus avenidas.

Ordené temáticamente estas grabaciones y seleccioné fragmentos de la memoria hablada, intercalando los relatos según la sonoridad de las voces. Así, el paisaje se construyó con el murmullo del agua y la voz de la gente contando sus experiencias, una serie de particularidades que configuran una auténtica cultura sonora local evocada por la memoria.
De este paisaje sonoro, me llamó la atención las diferentes maneras que los entrevistados tenían de pronunciar la palabra acequia y a partir de la misma, realicé una composición sonora seleccionando dicha palabra.
La escucha atenta de los sonidos grabados y su exploración acústica han generado, en el estudio de montaje, una obra entre lo documental y la reinterpretación simbólica, una aproximación a los paisajes culturales del agua desde la ecología, la conciencia y la participación social.